La tradición liederística ha ido mutando a través del tiempo, como así el resto de disciplinas artísticas.

Antiguamente, se interpretaba lied en salones y pequeños espacios privados donde diversos cantantes, pianistas y compositores se encontraban a hacer música o simplemente a exponer sus últimas obras compuestas al público.

Todo esto se desarrollaba en un ambiente distendido, de apertura y transparencia, ya que la acogida de los presentes a la obra interpretada era de suma importancia para el valor de la obra.

Afortunadamente, el público ha comenzado a darle mayor importancia y valor al lied, lo que ha ido transformando aquel panorama distendido e informal, en un espacio más exclusivo y de una solemnidad que se ha ido acentuando durante el transcurso del tiempo.

En la actualidad, asistir a un concierto de lied es algo no sólo poco usual sino de unas costumbres y traidiciones muy definidas y concretas, en las que por sobre todas las cosas, el silencio y el conocimiento del orden protocolar son la carta de admisión.